martes, 6 de noviembre de 2007

Histeria

Sos un pedazo mio enroscado.
Un nudo hecho desde adentro, imposible de desatar.
Sos el alboroto de un mayo que siempre es alborotado por la irremediabilidad del calendario y de la historia.
Y a veces se nos da por profanar nuestros recuerdos con esa mística arcaica de las coincidencias y los consecuentes.
Entonces comenzamos a vomitar miserias, una detrás de la otra, sin respirar, sin detenernos a mirar lo que se nos cae a cada uno. Hasta que nos ponemos metafísicos y la culpa vuelve a ser del cosmos o de Europa, pero siempre lejos, nunca en nuestros hígados, ni allí dónde para nada hay apéndice, ni siquiera en el instante ínfimo que dura el espacio entre los músculos y los tendones.
Qué ironía mal hecha, si vos estás tan ahí adentro, entramado, semiótico, atómico, anatómico, indeleble, adherido, mimético, totémicamente impuesto, ateo, pagano, amalgamado, éter.
Y qué mal explicada la ironía si no puede escaparse de la metáfora para decirte que, si vos estás tan adentro y las culpas se nos van tan por afuera es parábola y de tan paradojal podría indignarte como a mi.
Se hace difícil reanudar el paso y seguir caminando porque no vamos a volver a reirnos, al menos hasta que recordemos al consumismo y tus camisas, o al consumismo y mis fotografías, o al consumismo y las bacterias. El consumismo ya deja de ser gracioso y otra vez vomitamos.
Regurgitar por sílabas en-te-ro y jun-to peroseparado y algo queda adentro. Porque desde siempre nos dijeron que no se puede decir todo, que hay que dejar ciertas cosas inconclusas porque de allí surge el misterio y que además la completud de los enunciados es peligrosa, por eso...
Y cuando queda...
Para después...
Sé que no...
Y aunque me digan que...
Habré de...
Nos reprimimos. Nos repudiamos. Repulsivo.