miércoles, 29 de junio de 2016

120



Deambulaba el tiempo como queriendo encontrarme.
En el absoluto silencio que pregonan las bocas cerradas,
yo escuchaba un murmullo de verdades que aún no se desempolvaban.

Trazaba la historia un pequeño paréntesis en el que cómodamente pude sostener mis viejos zapatos durante ratos más largos que los que aconseja la ortopedia.
La ignorancia puede ser un arma peligrosa sobretodo cuando es ella la que mide los minutos.
¿Hasta cuándo?
 “Nunca Más” se oyó la primera voz que se animaba a responderme en rebeldía.

Y aparecieron las preguntas, quijotes galopando hacia los molinos de mi curiosidad recién levantada.
Y se lanzaron los interrogantes en vuelo sincero
quitándome los zapatos viejos,
los acomodados paréntesis,
los absolutos silencios de las bocas absolutas.


Me percibí doloroso, perdido, amargo, solitario en mi andar de nueva historia.
Sobre la tormenta directa que significa cargar la tortura en los agujeros biográficos,
Me ví.

Y entonces como la luz del nuevo día, también vi llegar el renacimiento de mi propia voz.

Me envolví en las banderas,
Me abracé a mis abuelas nuevas que me hablaban del amor y de la lucha como una misma cosa.
Me dejé acariciar la vida , los dolores y otra vez la vida por sus manos infinitas.
Me hice libre como fruto de mi identidad.

Me ví.
Descalzo, recién nacido.

miércoles, 22 de junio de 2016

Algo sobre la vuelta.

Desandarnos una, cien veces. 
Las que sean necesarias. Sin contarlas. 
Porque hay un río de miedo en cada cálculo 
al que no vamos a regalarle nuestros pies esta vez.
 
Sucedernos, casi como si fuera inevitable,
 entre lo indecible y la palabra. 
Quedarnos allí, en ese silencio absorto de vocales con- sonantes.
 
 La noche me silba y yo me entrego. 
Aún no aprendo, no quiero aprender, cómo se niega una melodía. 
¡Las quiero todas! 
quiero llenarme de ellas hasta el último relato que me contenga.
 
Masticarme las esquinas para reafirmar los bordes, 
lo limítrofe real entre mis propios dientes. 
Al fin resulto cuerpo!
 
En este ahora que antes nos quiso ver muertos 
voy a sacudir cada espacio que negué para traerlo a la vida.

Abril 2016

Sobre las cáscaras de verano se va siendo. (Breve reflexión hacia la nada en 27º C)

A veces, la palabra no nos alcanza. 
Porque no basta con nombrarnos vivos para estarlo. 
Ni siquiera respirar parece ser un indicio indiscutible a riesgo de iniciar con esto un debate ético que nos conduzca a re-pensar la medicina moderna y la poesía. 
Estar vivo parece ser algo bastante menos tangible (sin menospreciar la pertenencia material al Mundo de las Cosas) y sobre todo mucho menos racional de lo que por años creímos.
Estar vivo es pincharse la cara con la pelusa imperceptible del durazno y que te duela aunque no la veas. 
Estar vivo es ese instante... 
No el dolor, ni la pelusa, ni lo que se diga del durazno... Es ese instante! 
Y es entonces también el dolor y la pelusa aunque eso implique la caída de los grandes relatos sobre el durazno.
Estar vivo es dudar las ganas de hacer algo y hacerlo igual, porque hay un recuerdo de otra vida que te avisa que más allá de lo que vos crees tus verdaderas ganas, hay un futuro esperandote peinadito para sorprenderte, preparado para atravesarte un nivel más en este asunto de vivirse.
Estar vivo es poner a jugar la palabra aunque no alcance.
Es descreer de los humanos y ofrecernos en brazos sinceros de todas formas; es angustiarse hasta la existencia en nombre de la exigencia y luego soltar (que entregarse no es perderse y mucho menos abandonarse).
Y es que no sé si nacemos vivos... más bien vamos haciendonos la vida.
 Entonces allá nos andamos a los porrazos y a los abrazos con los otros vivientes que, tiempo antes o después, también se habrán de preguntar por sus pelusas.

Diciembre 2015

Resignificación del Espejo

Si empezara por encontrar las palabras,
acaso perdería la búsqueda que antescede.

Y no viviría el mareo existencial
de reconocer quién soy antes de decirme.

Que primero hay que saber que nombrarse
No es, ni debe ser, hacer sentencia
Y nombrarse sanamente es de las decisiones felices.

Las huellas que me encarnan
Son fotogramas del camino.
Las llevo como Bertolt al ladrillo
Para mostrar cómo era su casa.

Así me recuerdo, me abrazo,
Me perdono si es preciso y me lanzo
Amorosamente al presente de palabras y sentires.

Para eso está el espejo.

Febrero 2015

Bien- venida

Un arcoiris naciente
marcándome la unión y la distancia
desde donde obtengo mi lazo con el mundo.

Un atardecer pacífico de horas y días completos
allí en el centro de la liviana gravedad que meciendo me envuelve.

El nacimiento de una guerrera
Que respira en naranja.

Un portal abierto de noble roca
Me permite ver el fluir necesario
Del cristal líquido que se entrega y recibe.
Allí hay lugar para todo el Universo.
Transcurrimos.

Un revuelo de golondrinas en el espacio entre lo que digo y lo que siento.
Caminantes sonoros me visitan.
Huéspedes felices en eterno paso lúdico.

La mirada sincera de todos los ojos que me habitan.
¡Ya me veo! Soy el pájaro desplegando sus alas
Que acepta su Ser en el infinito.

Y una luminosa caricia vitalizando desde mis raíces, cada milenio de mi voz,
Cada paso crujiente de ocasos y amaneceres,
El momento exacto en que me nombro y soy...
Alumbra mi futuro de más caricias lumínicas
Y hacia entonces camino.

No es que me haya ido,
Más bien sucede que me estoy llegando.

Enero 2015

Soltar

No como una expulsión, ni en un intento de desmembrarse... Soltar.
Más bien soltar hacia la tierra, que nos sirva de abono.
Soltar casi como en un acto de rebeldía, dejar caer.
Como quien se saca los zapatos al borde de la cama,
como quien se aburre de llevar una pila de platos sucios de aquí para allá
y finalmente corre sus manos.
Soltar las manos primero, para soltar lo que llevamos después.
Soltar las preguntas, dejarlas que corran hacia donde quieran.
Soltar el deseo de este trazo para que se multiplique.

Soltar la idea de amarrarse, de acurrucarse en lo tibio.

Asumir el frío es también atreverse al calor.

Soltar los nudos, las nubes, los dedos, las dudas.
Soltar sin arrojarnos.
Decididamente soltarnos de mil veces y hasta siempre.
Soltar a cataratas, respetar la gravedad.
Soltar hacia abajo sin largarnos,
sabiendo que soltar es ir más allá de nuestros pies.

Soltar hacia el centro del mundo es afianzar las raíces de nosotros mismos
para empezar a descubrir mejor quiénes somos.

Noviembre 2013.

lunes, 20 de junio de 2016

Se me dió por discutirte

Se me dió por discutirte,
ponerte en tela de juicio,

desintoxicarte de la aspera mugre 
que significa el polvo de lo ideal.

Dudarte las perfecciones, 
los ambientes soñados, 
la templanza siempre sonreída,
el sabor que tienen las cosas que te alimentan.

Acercarte lo mundando 
para que puedas vestirte de vos.
Desevangelizar el discurso que te nombra,
repetirte el ejercicio de lo humilde 
para que abraces tu confianza. 

Me propuse alquimiar tus elementos, 
rascar la coraza de hidalguía que te ciñe, 
y así abrirle paso a los inseguros mártires imposibles
que te habitan. 

Sacudir un poco más la imagen perdida de mi misma 
para que la veas vibrar en colores.
Subsidiarte las faltas, sin anular tus carencias. 

Respirar con otros cuerpos, 
añorar lo libre que puede resultar querer 
y sin prisa ir a buscar-me. 

Amadamente,
entibiarte la puerta de salida 
para que se te haga más cómodo.

Tiempo de espera.

A la espera de un buen momento 
fueron pasando las potenciales inauguraciones 
convertidas en instantes de aguardar, nada más.

 Como si no fuera necesario 
dejar la aguja traspasar 
para contribuir al entramado. 

Como si no hiciera falta atreverse 
al tiempo y a la escasez,
 incluso a la herida. 

¿Hemos lanzado la flecha hacia el interior
tantas veces como preguntas le hicimos a nuestros padres? 

Concebimos el mañana como una posibilidad de ser otros, 
tal vez menos cobardes o más felices.
O un poco de ambas. 

Esperamos convertirnos 
de jueves a viernes 
en algo que jamás quisimos ser, 
pero que nos promete la televisión. 

 Inundados de la nada que significa no mirar adentro 
avanzamos retorcidos más y más sobre nuestros propios ombligos,
 que sordos y ciegos presentirán silenciosos 
la debacle del yo en manos de la superficie corporea. 

Como si aún no bastara
nos esforzaremos cada minuto perdido por saberlo inutilizado 
y pasaremos nuevos minutos lamentando la pérdida. 
Acudiremos a la soledad 
y a la compañia como fórmulas para salvarnos. 

Y asi se iran sucediendo
los amaneceres de amor y gestos;
de nombres y valores;
de arcadas y pinceles... 

Hasta que un día realmente vas a verte. Será suficiente.