viernes, 7 de noviembre de 2008

Como si las letras se llevaran lo vivido y dieran paso al tiempo nuevo, te escribo.

Como si las letras se llevaran lo vivido y dieran paso al tiempo nuevo, te escribo.
Como si los pulmones se abriera eternos e intactos de tu presencia, te respiro.
Como si no te hubiera visto o algo hubiese cambiado al punto de desconocernos, te intento.
Como si de mi mente salieran las verdades atadas a las cosas que ya existen, te invento.
Como si no te temiera, y jamás me hubiese dolido, como quien supera cada prueba sin rencores, te mastico.
Como siempre, como nunca, como rabia, como reto.
¿Cómo hago?

jueves, 16 de octubre de 2008

De la odisea literaria entre otras cosas.

Cada vez que presto un libro, estoy generando un pacto de fuego.
Yo puedo prestarle mis medias a cualquiera, compartir mis desgracias más íntimas con un alma que me resulte confiable en ese instante, aunque esté segura que esa confianza se derrumbará al instante siguiente; puedo prestar mi atención; prestar mis alas cuando vuelo para que alguien también lo haga; mis lágrimas para el dolor de otro. Puedo prestarle a cualquiera cualquier cosa, menos un libro.
El día que decido prestar un libro puedo estar segura de que con ese sujeto he generado una relación tan estrecha como un diptongo.
Y ya no me importará si ese libro no vuelve (sobre todo si es de mis favoritos), aunque confieso que prefiero quedarme con el libro de vuelta, más que con la nostalgia. Pero decía, que no me importa, porque por haber estado entre mis manos alguna vez, por haberse brindado íntegro en un brinco y en tres caricias absolutas, ya es para siempre mio. Pasa lo mismo con los amores.
Y si se le doblan las puntas; o las páginas se desgarran; o la encuadernación se desangra y pierde la forma inicial, menos me apeno.
Son los signos del uso debido, del disfrute logrado, de la pasión alcanzada, el placer consumado dejando rastros sobre la superficie visible.
Prestar un libro, es como empezar con mayúsculas desde ahora y para siempre.
Es borrarle el punto final con la parte de atrás del lápiz y aguardar contenta, la publicación del próximo ejemplar.

lunes, 16 de junio de 2008

Ego

Y el mundo siguió girando. Qué patada bien puesta en la mitad del ego, cierto?
Es como perder una disputa verbal acerca de tomates o de lo lindo que me queda estar perdida.
Yo no quiero volver y encontrar una pila de circunstancias agrupadas sobre mi cama, porque para eso se inventaron las bolsas de azar y los roperos con llave.
Y no quiero que me regalen las soluciones, ni que me compren un gato o me presten una escalera los vecinos.
Porque si asumo que un gato es la solución, entonces posiblemente necesite una escalera para salvarlo de las alturas cuando se escape por salvarse de mi.
Y entonces andaría necesitando todo lo que ando negando, y andar andando es bastante más digno de una zamba que de mis propias cavilaciones.
Nunca sucumbí ante los oropeles, pero ay de mi si alguna vez he intentado despojarme de mis imaginaciones, y que me caiga sorda, muda y ciega para atrás en este momento si exagero cuando digo que todo lo inventé yo (es el ego, el ego que vuelve porque a él también le revienta quedarse frustrado y que el mundo siguió girando.
Es el ego que no va a soportar los paréntesis donde lo contengo para que no se escape.
Ahí viven los egos, en paréntesis largos, casi eternos y no soportan que no les traiga mayúsculas para almorzar y que el mundo siguió girando. Y que a pesar de todo, alguien empezó a respirar y que fue feliz, aún sin ego, o con el ego entre paréntesis que a veces es lo mismo y otras veces se parece muy poco.
La ausencia y la presencia son la misma cosa sostenida por dedos diferentes. Y el silencio no es salud, pero la alegría necesita ser defendida y no defenestrada, tal vez de allí el error; y los paréntesis merecen cerrarse aunque arbitrariamente porque nadie qui)ere un paréntesis abierto, sin final, que se guarde todo el ego y vaya saber qué otras cosas más incluso las reglas ortográficas, ¿quién sabe?.

Y después de perdonarme y de volverme a desheredar en ciclos de ánimo condensados, en la respuesta nunca estática sobre quién tiene la culpa, me prometo oraciones más cortas y al rincón a reflexionar sobre los hechos, que es como aporrearse un poco de quererse tanto. El amor propio, o el ego, aunque el mundo siguió girando.

martes, 13 de mayo de 2008

Josefina (o creaciones)

Viste como es esto Josefina, uno aprende el alfabeto y después no hay quién lo frene.
Conseguite algo dónde escribir vos también Josefina, y sucumbí al "tracala tracala" del tipeo o regalate un estudio grafológico mientras se te escapan las palabras.
Yo hago lo que puedo, Josefina, quiero que lo sepas. Y lo que no puedo, te lo dejo a vos, porque siempre me dicen que "a Josefina no le tiembla el pulso" y yo les creo, Josefina.
No sé si es cierto, Josefina, no me mires así, ni me pidas que no te repita tantas veces. A esta altura de las circunstancias, sos una obsesión para muchos, Josefina.
¿Y qué querés qué haga Josefina? Finalmente el otro día pude, pero esto está en mi contra, Josefina.
No, no puedo hacerle juicio a lo abstracto, jOSEFINA, me extraña... yo no sé qué te pasa JOSEfina, a veces pienso que no sos vos.
En algún momento tu nombre va a perder sentido y será lo mismo nombrarte o no, Fosejina si es que sigo repitiendote tanto.
Va a pasar lo mismo que les pasa a las canciones de la radio... las repiten tanto que de aburrirnos se te olvidan, el otro día lo charlabamos... era con vos Josefina?
Desde que le puse color a tus ojos, ya mirás lo que querés, y yo siento que esto nos separa
J O S E F I N A, será parte de la deglución, qué se yo.
Vos nunca contestás Josefina, y a mi me parece que estoy sola en esto y que estamos dando vueltas sobre lo mismo
J
A O
N S
I E
F
Nunca nos perdonaron el surrealismo a nosotras Josefina, hubo que pagarlo todo, todito.
Yo no quiero que caigas en la monotonía, trato de salvarte para que no te me parezcas Jasafina, para que seas lo menos parecida a mi que nos permite la intersubjetividad, y que Breton nos perdone Josefina (a él que la imaginación no lo perdonaba nunca y él que la amaba tanto...) y que se nos achiquen las relaciones de poder que tenemos en las vértebras, Josefina.
Josefina, es de mala educación irse sin saludar.

miércoles, 7 de mayo de 2008

Predico y sujetado.

Y resultó que cuando me hablaban de aquel grandioso sujeto,
en realidad se referían a todos esos hilos que lo mantenían amarrado a una única visión del mundo.
Qué desperdicio...

lunes, 28 de abril de 2008

Rasgos de Existencia

Que te duela, que mastiques,
que te diga, que lo calles.
Que haga olas, que penetre,
que carezcan, que me abraces.

Que lo insites, que pregona,
que haya luz, sobren detalles.
Que lo encierres, que lo anulen,
que lo peso, que me envasen.

Griten, amen, huelas, rezo,
salvas, lloro, que lo estrechen.
Que respiro, que es mi beso,
que me he ido, que regreses.

lunes, 31 de marzo de 2008

Patafísica

Relamerse siempre es un nuevo comienzo. El llegar de un crepúsculo que anuncia la pronta aparición de un alba distinta, nueva.
Darnos señales es primordial.
Creer en la patafísica como medio para celebrarse.
Aunque desconozcamos la certeza de su significado, siempre habrá un recoveco inhóspito, menos explorado, fuera de sistemas y de síntomas, de síntesis y de sentencias. De sístoles y de diástoles.
Donde la patafísica sea esa burbuja con cara de cuerpo y cuerpo de grafitti, arena irremediable de una playa que fue océano cuando los peces caminaban, y nunca se multiplicaron ni los panes.
Y la patafísica pueda volar, y poco tenga de patas o lo tenga todo y de esa manera sea lo que el instante prefiera.
Arrullo, arroyo, ánfora, gota que rebasa lo meditado.
Y un gato, desde el tejado más alto se relama los extremos y anuncie un nuevo comienzo.
De patafísica, cardíaco, más eufórico que atónito,
siempre esdrújulo. Siempre.

viernes, 1 de febrero de 2008

Cuadernos

Ella tiene un cuaderno de tapa dura. Donde escribe cada cosa que se le cruza por la cabeza. Y hace los bocetos imaginarios de un tren que algún día va a cargar de objetos inútiles para desprenderse de ellos.
Y escribe también en su cuaderno de tapa dura (que vamos a declarar roja, para hacer menos abstracta la idea de un cuaderno de tapa dura) las sensaciones que se le vienen de adentro cuando menos las espera, prometiendose retomarlas la semana siguiente para darle froma de cosa que se le cruza por la cabeza y que entonces, no pierda sentido el concepto de cuaderno de tapa dura donde ella escribe cada cosa que se le cruza por la cabeza.
Si de pronto se le da por olvidar las cosas más inmediatas, y se olvida (decide) no volver sobre esos sentimientos escritos para tranformaslos en ideas; entonces, ellos se salvan.
Si alguna vez se subió al 65 en Chacarita y al abrir su morral se dió cuenta que el cuaderno de tapa dura no estaba, no se precipitó. De seguro estaría en casa, al lado de la cama, abajo de algún libro de Hemingway que era lo que se le había dado por leer, sosteniendo la persiana. No sabía. Pero estaba segura. Porque hay en la vida de esas cosas que se marean y se caen, que se alejan y se van, y estan las otras que se quedan, que perduran. Y no importa cuanto uno se detenga delante de su cuaderno de tapa dura (era rojo) y chille por lo que piensa y masculle en silencio cada una de las hojas hasta volver el cuaderno de tapa dura a un colibrí que sabe andar solo. No importa el esfuerzo, la desazón, la controversia. Se olvida lo rojo. El cuaderno. Qué dura es la tapa. Cuánto dura el instante.
Y después la reconciliación, la nada, el ser y la levedad, el abismo, la existencia.
Somos un cuaderno de tapa dura (no siempre rojo, no creas) y no se puede escapar de lo cierto.

sábado, 5 de enero de 2008

En un intento anárquico de la disposición física

Traigo frío en los pies, en las ranas, las ventanas, los vestidos.
Qué decirte de las llaves? No abren puertas.

Puede que nos hayamos visto antes;
en los tiempos en donde buscabamos cárcel y pedíamos libertad.

Puede que así haya sido,
pero es sólo una hipótesis,
tan carnal y sangrienta que se acerca más a la hipófisis.

Tal vez no haya invierno más crudo que aquel en el que nos obligamos a bailar desnudos,
sin ánimos de rimas violentas.
Eso sí, despojados de todo.
La ropa, el conocimiento, los prejuicios, el ardor estomacal, las violaciones,
el secreto casi exacto, la mentira.

Y es probable que este frío indescriptible que traigo arraigado,
se vuelva obsoleto cuando encuentre las palabras para
nombrarlo.
Y descubra que estas puertas siempre estuvieron abiertas,
que las ranas eran tibias,
que bastaba correrse hacia la izquierda
para evitar la tempestad.

Y vos me veas alejarme y respires,
porque descubras las mismas verdades que yo,
pero desde otro confín más melodioso y menos
literato.

Descubir que era cierto y necesario,
sin vernos: será menester.
Resistir.
Entonces, echaremos a reir.

jueves, 3 de enero de 2008

Re Franes

La cola de paja. La paja en el ojo.
Ojos que no ven, corazón que no siente y a palabras necias oídos sordos.
El pez por la boca muere. No hay mal que por bien no venga.
Pido gancho.