miércoles, 29 de junio de 2016

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Deambulaba el tiempo como queriendo encontrarme.
En el absoluto silencio que pregonan las bocas cerradas,
yo escuchaba un murmullo de verdades que aún no se desempolvaban.

Trazaba la historia un pequeño paréntesis en el que cómodamente pude sostener mis viejos zapatos durante ratos más largos que los que aconseja la ortopedia.
La ignorancia puede ser un arma peligrosa sobretodo cuando es ella la que mide los minutos.
¿Hasta cuándo?
 “Nunca Más” se oyó la primera voz que se animaba a responderme en rebeldía.

Y aparecieron las preguntas, quijotes galopando hacia los molinos de mi curiosidad recién levantada.
Y se lanzaron los interrogantes en vuelo sincero
quitándome los zapatos viejos,
los acomodados paréntesis,
los absolutos silencios de las bocas absolutas.


Me percibí doloroso, perdido, amargo, solitario en mi andar de nueva historia.
Sobre la tormenta directa que significa cargar la tortura en los agujeros biográficos,
Me ví.

Y entonces como la luz del nuevo día, también vi llegar el renacimiento de mi propia voz.

Me envolví en las banderas,
Me abracé a mis abuelas nuevas que me hablaban del amor y de la lucha como una misma cosa.
Me dejé acariciar la vida , los dolores y otra vez la vida por sus manos infinitas.
Me hice libre como fruto de mi identidad.

Me ví.
Descalzo, recién nacido.

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